remo
Written on Nov 1, 2019
Me ha gustado mucho, más que la primera. Hay muchas acotaciones del texto que son cojonudas:
[...] El camarero se frena al verla entrar, hace un silogismo apresurado—tiene, por supuesto, la licenciatura en Filosofía— y decide que lo mejor es llamar a la policía.
[...] No, ella ha vivido veranos en Rusia que causarían una pulmonía a los inviernos españoles.
[...]—Oiga, que los seguratas también son personas—se ofende enseguida Belgrano (sin duda tiene cuenta en Twitter).
Las reflexiones que se marca el autor, a veces con ganas de alimentarnos con cultureta, sobran a veces y me gustan mucho en otras. Ante la duda, prefiero que meta el autor todas las que quiera y ya las iremos sorteando nosotros.
La perrera municipal está a las afueras, al final de una carretera estrecha de un solo sentido. Las perreras comparten algo con los tanatorios, las residencias de ancianos y los cementerios. Las colocamos en el sitio donde menos probabilidades tengamos de verlos. Porque nadie quiere saber qué ocurre realmente tras esas vallas altas, aunque intuyamos que ocultan una realidad a la que no queremos enfrentarnos.
La trama, como de costumbre, es sólida, sólida, y los dialogos de Jon y Antonia me han arrancado muchas sonrisas.
[...] En la lista de los tabúes conversacionales con Antonia, el coma de Marcos está en el centro de un templo perdido en las junglas de Perú, protegido por tarántulas, lanzas y una roca gigante.
[...]—¿ Tú me quieres? Jon le dedica una sonrisa cansada.—Ay, cari. Te quiero tanto que todavía no te he matado.
[...] Mentor alza una fotografía impresa frente a la cámara. Sacada de un pasaporte, parece. Un hombre joven, moreno, de unos treinta y cinco años. Nariz ancha, pelo corto. Labios gruesos. Yo le daba, piensa Jon.
En resumen, que he pasado unos días maravillosos y entretenidos con ella. Que me he quedado más tiempo del estrictamente necesario en sitios tales como cuartos de baño para poder acabar algún capítulo. Y que no puedo creerme que me queden como mínimo meses para la siguiente. Por suerte hay varias del autor que aún lo he leído, por lo que algo de alivio encontraré para la adiccción.