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Allen Carr murió (en Benalmádena, para más señas) de cáncer de pulmón, veinte años después de dejarlo, tras haber fumado más de tres paquetes al día durante más de treinta años. En el libro él mismo lo decía, que a pesar de haberlo dejado acabaría pagando el precio y muriendo por su vicio, y que quería para el resto del mundo la oportunidad de dejarlo antes de que fuera demasiado tarde.
Este libro es un libro curioso.
Por una parte, es el libro peor editado que he visto en mi vida. Páginas desordenadas, mensajes repetidos, faltas de ortografía, sintaxis y prosodia... Lo peor, antes de que llegara la autoedición.
Por otra parte, es fantástico: fue el primero que me hizo ver que dejar de fumar no era un sacrificio (mi vida va a ser peor pero lo hago por mi salud) sino una liberación (por fin dejo de ser un esclavo de este puto vicio). Nos mostraba que las miserias por las que ha pasado cualquier fumador (para conseguir tabaco a deshoras, para no quedarse sin tabaco, cuando te quedas sin tabaco..) son comunes a todos los drogadictos, que no éramos los únicos. Repetía machaconamente cinco o seis mensajes pero al acabar el libro uno se sentía mucho más capacitado para dejarlo.
Y lo dejé, al final. Y releyéndolo me encuentro con que todo lo que dice es verdad, aunque sea difícil verlo cuando contamos las horas (o los minutos) hasta nuestro próximo chute. Pero lo recomiendo al 100%.

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  • 25 April, 2019: Reviewed