Por cierto, que la autora se marca en esta sección una frase que me deja boquiabierto.
A nosotros puede resultarnos difícil imaginarlo, pero el telégrafo supuso un antes y un después en las comunicaciones.Y nos lo dice a los que presenciamos el nacimiento de la fucking INTERNET. Un antes y un después, dice. Se le va, a veces.
Luego viene otra época dorada en la que William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, el del premio Pulitzer, oh, la ironía, se embarcaron en una carrera desenfrenada de fake news para conseguir lectores, cada uno con su periódico. Para conseguir lectores sabían que no había nada mejor que una guerra, hasta el punto que la autora les atribuye no el incio pero sí la propensión del pueblo norteamericano a la guerra con España (la portada del estallido -fortuito- del Maine culpando directamente a España es un clásico)
La autora nos cuenta el origen de la expresión Periodismo amarillista, que es de esa época y tiene su guasa.
En la IIGM, la autora engloba todas las maniobras de inteligencia y contrainteligencia militares como Fake news. El engaño para que los alemanes pensaran que el desembarco del día D sería en otro lado, la supuesta existencia de ejércitos en Inglaterra que eran en realidad decorados, el hackeo de las radios alemanas por parte de residentes en UK que decían sin embargo ser generales desencantados del régimen Nazi, todas estas maniobras y unas cuantas más las engloba en fake news, cosa que me choca algo. Pero vale. Se la pasamos, supongo , para que el libro tenga un capítulo más.
También nos habla de la retransmisión radiofónica de la guerra de los mundos de Orson Welles, que en realidad no creó un pánico. Los periódicos se quejaron al día siguiente de que había creado un pánico porque los periódicos veían a la radio como su principal competidora. Así que las fake news no fueron las que contaron en la radio, sino las que contaron al día siguiente.
En general la autora pinta a ls periodistas como seres de luz, y la única vez que habla de ellos como personas susceptibles de cometer errores es cuando advierte del grave peligro de dar a las dos partes de un argumento igual representación como si fueran posturas equivalentes. Nos se puede dar la misma importancia y representación a los científicos y a los antivacunas, o a los científicos y los terraplanistas.
Tras las IIGM viene la Guerra Fría, y los miles de bulos, muchos de ellos con éxito, que creó la URSS sobre los norteamericanos. Y luego llega Internet, y habla la autora de los bulos virales, los periódicos falsos que solo escriben fake news, las páginas de factchecking tipo snopes.com, los titulares de clickbait, las historias difundidas viralmente por whatsapp que terminan a veces con la vida de gente inocente por el pánico que provocan..
En los últimos capítulos la autora hace (por fin) honor al título y nos cuenta algunas reglas básicas para identificar fake news, pero también encuestas falsas, perfiles de twitter y facebook falsos, periódicos/páginas web falsas, imágenes falsas, vídeos falsos... No hay mucho refinamiento en estas series de consejos pero no están mal. Acaba con un alegato sobre la Libertad y la Verdad, mientras de fondo suena el Barras y Estrellas y un águila calva surca los cielos, mientras nos enderezamos y saludamos militarmente.
El hecho de que en la portada, el título y en todas sus entrevistas la autora mencione que es exanalista de la CIA puede claramente considerarse clickbait, porque solo hacer referencia a ello en un párrafo al final del libro. Hmmmm.
En general es una lectura entretenida, con altibajos. Mucho de lo que contaba me parecía aburrido o innecesario para la finalidad del libro, pero no es malo ni mucho menos. Simplemente no consiguió interesarme.