Esta es una de las muchas incursiones que hizo el gran Feynman en el terreno de la divulgación científica. En realidad él no escribió ninguno de sus libros de divulgación científica, sino que se adaptaron de sus ciclos de conferencias de divulgación, que, ahí sí, Feynman preparaba a conciencia. Este libro surge de una serie de cuatro conferencias que dio Feynman en UCLA (que en inglés no se dice ucla sino u-c-l-a, iusielei, dato CPI para viajeros por tierras californianas).
La electrodinámica cuántica, además de asustar con su nombre chulo y molón, es la parte de la física que se encarga de estudiar las interacciones entre la luz y la materia (o, más concretamente, entre los fotones y los electrones). Es, abreviando, la teoría del electromagnetismo pero en versión cuántica. La electrodinámica cuántica no entra en las reacciones nucleares o intra-nucleares. Feynman contribuyó decisivamente al desarrollo de esta teoría, motivo por el que recibió su premio Nobel de 1965.
Feynman logra la hazaña de hacer algo más comprensible la mecánica cuántica a partir de unas pocas situaciones bastante simples. Cuando iluminamos un cristal de frente, dependiendo del grosor del cristal, se refleja más o menos luz, en valores que oscilan desde el 4% al 16%. El resto de la luz atraviesa el cristal (técnicamente un cristal es otra cosa y una ventana es un vidrio). Feynman reconstruye los mecanismos básicos de la teoría cuántica a partir de la explicación de este fenómeno.
Después, otra pregunta simple. ¿Por qué la luz, al rebotar en un espejo, sale reflejada con el mismo ángulo con el que llegó? Esta simple pregunta sirve para plantear toda la teoría de integrales de caminos de Feynman, que explica un montón de fenómenos cotidianos. Cuando un electrón va de A a B rebotando en un espejo, según el modelo de la Electrodinámica cuántica, no sigue un camino sino muchos (de hecho, todos los posibles). Para cada camino hay asociada una probabilidad y una fase, concepto crucial que Feynman explica como un maestro que fue. La suma de todos los caminos nos da el camino más probable, que resulta ser, oh sorpresa, la reflexión clásica en la que el ángulo de entrada es igual al ángulo de salida.
El rayo de luz rebotando en un espejo, base de la construcción de las integrales de caminos de Feynman.
Finalmente, Feynman da el salto y nos habla de las interacciones entre partículas, de la cromodinámica cuántica y usa profusamente sus diagramas (los famosos diagramas de Feynman), utilizando bastantes conceptos expuestos en los dos primeros capítulos (las dos primeras charlas).
Diagramas de Feynman. Aunque parezcan complicados Feynman los hace simples.
El libro no es complicado en el sentido de que no tiene fórmulas ni desarrollos matemáticos. Feynman presupone una audiencia sin formación pero con capacidad de aprender y razonar. Comienza explicando cómo sumar dos flechas (vectores) y cómo sumar dos números (tiempos), y a partir de ahí tira para adelante. Sin embargo, tampoco es un libro de entretenimiento y pasar el rato. Hay conceptos que deben ser pensados un par de veces antes de seguir, y les recomiendo que no pasen a la siguiente cuestión sin entender la anterior.
Al acabar, uno tiene la sensación de que bajo el capó de las charlas de Feynman hay un increíble y complicadísimo mundo, cosa que es cierta, pero que uno ha aprendido los rudimentos básicos del funcionamiento de la luz y la materia, cosa que también es cierta. Feynman era un gran divulgador, y lo demuestra.
Mi nota: excepcional.