El autor propone un examen de conciencia sobre nuestros sentimientos hacia los demás, nos avisa de las dificultades de tener sentimientos absolutamente puros y luego , como sacerdote que es, sublima todas las cosas buenas de esos sentimientos, las ideas platónicas del bien, en esos mismos sentimientos cuando son dirigidos hacia (y desde) Dios. No me terminó de llenar en su día.