Michael Crichton's new novel opens on the threshold of the twenty-first century. It is a world of exploding advances on the frontiers of technology. Information moves instantly between two points, without wires or networks. Computers are built from single molecules. Any moment of the past can be actualized -- and a group of historians can enter, literally, life in fourteenth-century
feudal France.
Imagine the risks of such a journey.
Not since Jurassic Park has Michael Crichton given us such a magnificent adventure. Here, he combines a science of the future -- the emerging field of quantum technology -- with the complex realities of the medieval past. In a heart-stopping narrative, Timeline carries us into a realm of unexpected suspense and danger, overturning our most basic ideas of what is possible.
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Siempre he dicho que lo mejor de Crichton son los planteamientos, las ideas germinales de las novelas. La de este libro, concretamente, es la de unos historiadores “experimentales”, que viajan al año 1357 para contemplar in situ (hablando en términos espaciotemporales, entiéndase) los monasterios medievales en cuya restauración trabajan en 1999. Nada más comenzar los viajes comienzan los problemas. Además, Crichton se ha especializado últimamente en empresas hi-tech y sus peripecias, así como en diseñar sus novelas parea su posterior adaptación al cine. Crichton escribe guiones novelados, todo en uno, y así se lleva el sueldo de los tres: el escritor, el guionista y el adaptador. No es mal negocio. De todos modos, no es de las mejores. La acción se detiene constantemente, a pesar de que el ritmo de los acontecimientos narrados es, supuestamente, vertiginoso. Hay escritores que han nacido con un número determinado de novelas en potencia. No deben superarlo.
