Reviewed by remo on

4 of 5 stars

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El libro, escrito por un neurólogo (con ínfulas de poeta, pero de eso hablamos luego), narra un montón de casos de extrañas dolencias cerebrales. El título del libro se lo da el primer caso, un músico que había perdido la capacidad de integrar formas en su cerebro. Podía ver una rosa y la calificaba como un cilindro verde acoplado a una serie de láminas curvadas (los pétalos) de color rojo, con olor agradable… Pero no podía identificarlo como una flor. En una de las consultas, fue a alcanzar su sombrero y en lugar de coger el sombrero cogió la cabeza de su mujer, que también era redonda. Se cuentan historias realmente curiosas y se da uno cuenta de los extremadamente intrincado que es el funcionamiento de nuestro montón de serrín.

De este médico hay otro libro, “Despertares”, en el que se basó la película de De Niro y Robin Williams, sobre un grupo de pacientes con encefalitis letárgica que gracias a un medicamento salen de su letargo y vuelven a vivir. La peli la vi hace mucho y me encantó
El estilo al escribir de don Oliver es menos agradable que las cosas que cuenta. A veces es un poco farragoso. Como muestra, un botón:
Por una especie de inversión o subversión, del orden natural de las cosas, los neurólogos ven con frecuencia la concreción como algo negativo, indigno de consideración, incoherente, un retroceso. Así para Kurt Goldstein, el mayor sistematizador de su generación, la mente, la gloria del hombre, se centra exclusivamente en lo abstracto y categórico, y la consecuencia de una lesión cerebral, de cuaqluier lesión cerebral y todas ellas, es expulsarlo de este reino superior a las ciénagas casi subhumanas de los concreto. Si un indivisuo pierde la “actitud categórico-abstracta” (Goldstein) o el “pensamiento proposicional” (Hughlings Jackson), lo que queda es subhumano, carece de importancia o interés. Yo llamo a esto una inversión porque lo concreto es elemental, es lo que hace la realidad “real”, viva, personal y significativa. Todo esto se pierde si se pierde lo concreto, somo vimos en el caso del doctor P., que cayó (de un modo nada goldsteiniano) desde los concreto a lo abstracto.

Quitando párrafos de este jaez, que salpican el texto, lo que queda es de fácil y agradable lectura y, sobre todo, interesante. Muy interesante. Mi nota (adivínenla): Muy interesante.

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  • 17 June, 2006: Finished reading
  • 17 June, 2006: Reviewed