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Destaco el episodio del juez Falcone, sobre el que el autor pasa de puntillas. Este juez, descanse en paz, se pueso serio contra la mafia. Había que quitárselo de enmedio cuanto antes y como fuera. Pero las medidas de seguridad que rodeaban al juez eran bastante eficaces. Durante muchos meses fue imposible acercarse a él. Así que la mafia pasó a planes más ambiciosos. Se llegó a pensar en un ataque suicida con un camión lleno de explosivos. Como los italianos no son islamistas, surgió un grave problema a la hora de decidir quién se suicidaría en el atentado. Se llegó a escoger un hombre muy mayor y enfermo de cáncer terminal, padre de “un hombre de honor” (un mafioso) a quien le daba igual morir reventado que en el hospital. Pero se hizo algo aún más impresionante. En el tramo de autopista que lleva de Palermo al aeropuerto de Punta Raisi, a la altura de Capaci, volaron un tramo entero de la autopista con toneladas de explosivos, justo al paso de la columna blindada que transportaba al juez. Increíble.
Tras su (difícil) lectura, el libro deja un regusto muy amargo, sobe todo viendo la corrupción e incompetencia de los políticos italianos, fueran del partido que fueran.
Mi calificación: Tómese en pequeñas dosis.
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- 11 July, 2005: Finished reading
- 11 July, 2005: Reviewed