Recuerdo este libro como una auténtica maravilla que te permitía empezar a explorar cualquier cosa. Cualquier cosa compleja, grande y complicada la tenías despiezada delante de tus ojos para empezara a averiguar sus partes componentes y a adivinar las relaciones entre ellas. Por un lado era apabullante la cantidad de cosas que tenía dentro un carburador o un aire acondicionado, y por otro era como los capítulos de Scooby Doo, que te enseñaban que al final la magia no existe y que siempre hay una manera racional de explicar las cosas. Aunque algunas de las explicaciones no las entendía (recuerdo perfectamente mirar al magnetoscopio para enterarme más tarde de que era un vídeo), sí servía como puerta para investigar más sobre cualquier tema, pues te daba un montón de vocabulario relacionado. Eso era mucho antes de Internet, por lo que se agradecía bastante el tener más palabras que buscar en la enciclopedia.