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Pero algo en el libro me hacía no dejarlo, a pesar de que lo que el autor entendía por una vuelta al mundo distaba tanto de lo que yo entendía. Y me alegro de no haberlo dejado. En el prólogo el autor, Pedro Galán (PG), explica que fue un viaje de huida y reencuentro, de autoasentamiento. A lo largo del viaje vamos viendo, poco a poco, con altibajos, cómo el protagonista mira menos hacia su pasado y más hacia el ahora y el yo. Vemos cómo algo cristaliza de país en país.
Hay momentos sublimes, de altísima calidad, como la descripción de una chica en una fiesta en Argentina. Hay momentos absolutamente surrealistas, como las experiencias alucinatorias tras seis días en el transiberiano. Hay experimentos divertidos, como la traducción al andaluz de una conversación por gestos en China.
El protagonista tiende más hacia la autoflagelación que hacia la euforia, pero sigue fiel a sí mismo a lo largo de todo el viaje. Al acabar el libro queda una sensación agridulce, nos alegramos de que el viaje haya salido bien pero nos extraña que el autor no nos dirija unas últimas palabras a modo de cierre.
En resumen, 690 páginas interesantes, que para alguien afectado de mal de amores llegarán más hondo. Me quedo con la curiosidad de saber qué tal le va a nuestro prota cinco años después. Es tanto lo que nos cuenta de sí mismo que acaba uno creyendo que le conoce. Y a mí me cayó bien.
En este vídeo puede verse un rápido resumen del viaje. Muy interesante, en serio. El vídeo por sí solo merece la pena, pero al haber leído el libro uno tiene contexto sobre las breves imágenes que vemos.
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- 19 March, 2014: Finished reading
- 19 March, 2014: Reviewed