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Queneau escribe una anodina historia sobre un encuentro en el autobús y otro posterior frente a la estación de Saint-lazare. Luego, la vuelve a escribir 99 veces, cada vez en un estilo distinto. Seguro que se ha dicho mil veces que es un verdadero tour de force, pero me apunto a ese carro. Hace falta perseverar para conseguir llegar a tantas variaciones. Los que hacen una crítica el libro siguiendo sus propias reglas notan la dificultad.

Por supuesto, las hay mejores y peores. De las 99, yo pondría 15 o 20 como geniales, otras 15 o 20 como divertidas, y el resto entre ah, psé y bof (la del sueño, por ejemplo, en la que solo escribe el relato diciendo que había algo de bruma y no se veía con claridad, o la del "entonces", que supongo que viene como traducción muy poco adaptable del francés usando todo el rato el "doncs"). Eso si lo leemos desde el punto de vista del entretenimiento. claro. Pero a lo mejor unos ejercicios de estilo no deben verse desde ese punto de vista. Algunas de ellas son maravillosas porque no son solo ejercicios de estilo sino que sirven como artículos de opinión (la de la propaganda editorial, por ejemplo, es maravillosa, o la del escritor torpe). Otras son ejercicios clásicos de fuerza, como poner la historia en versos alejandrinos, en forma de soneto, en forma de Tanka (un poema japonés con estructura de sílabas 5-7-5-7-7). También me han servido para aprender términos lingüísticos: la sínquisis, la políptoton, aféresis (que es lo contrario de apócope, que esa sí me la sabía), la parequesis, próstesis, epéntesis...

Otros son muestra de lo que luego sería el movimiento lipogramático, como la traslación (escribir el texto y sustituir cada palabra por la que viene siete puestos después en el diccionario, o el clásico lipograma, escrito sin la letra e (loas al traductor, de nuevo).

Otra parte muy importante del libro es la maravillosa introducción de más de 40 páginas, escrita por el propio traductor (más sobre él luego), Antonio Fernández Ferrer, en la que aprendemos cómo al autor se le ocurrieron estos ejercicios de estilo al escuchar las infinitas y sutiles variaciones de una fuga de Bach. Y pone como ejemplo previo el soliloquio de Cyrano de Bergerac en el que encuentra cuarenta maneras distintas de burlarse de su propia nariz. También nos da algunos ejemplos de ideas que prueba Queneau en este libro, por ejemplo el monólogo de las gallinas de Cortázar. Y nos hace una maravillosa introducción a la lipogramática y al movimiento Oulipo.

Y la traducción, la traducción es en sí misma otro ejercicio de literatura, porque hay algunas variaciones rimadas, y otras en argot, que el traductor ha tenido que hacer desde cero. Vaya como ejemplo el principio de Distinguo:
Por la mañana (y no por Ana la maña) viajaba en la plataforma (pero no formaba en la vieja plata) del autobús (no confundir con el alto obús) y, como estaba llena (no me como esta ballena)...


En conjunto es una lectura muy recomendable, un clásico que hay que leer, una fuente de cultura y un rato maravilloso.

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  • Started reading
  • 15 April, 2020: Finished reading
  • 15 April, 2020: Reviewed