Aun siendo revertófilo irredento como soy, hay que decir que esta novela está por debajo de su media. Coy vuelve a ser el personaje clásico de Reverte: resabiado, torturado por su pasado, con le fe en la vida en general perdiendo por goleada ante el sarcasmo y la ironía. Aparece en su vida una mujer bella y misteriosa (tropo revertiano y universal) para proponerle una aventura, encontrar un pecio. Y por el camino, Reverte nos habla de la mar. De la navegación y de la náutica, pero también de la vida. Reverte escribe muy bien y las disquisiciones sobre navegación, vientos y demás que otros pueden encontrar aburridas, me encantaron. La historia se le queda algo corta, lineal y predecible, sin embargo. Aun así, entretenido y fácil de leer, porque Reverte escribe muy bien. La corta y media distancia son sus fuertes.