remo
Written on Mar 15, 1997
A pesar de que más o menos un tercio del libro exprese dudas, porque era humano, el objetivo principal de Pascal con esta obra es, al estilo de Santo Tomás de Aquino, construir un corpus de pruebas tan abrumador que no haya más remedio que aceptar la existencia de Dios. Como Aquino, también, fracasa, obvio es. Pero por el camino nos deja unas cuantas perlas.
La más famosa, o con la que me he encontrado más veces por escrito, es la apuesta de Pascal. Que ya no es un argumento filosófico a favor de la existencia de Dios, sino que parece el último intento de tirar caña en la discoteca a las 5AM cuando vemos que nos vamos de vacío (lo cito de memoria):
Si no crees en Dios y resulta que existe, te has ganado el infierno, que podríamos cifrar en menos infinito de beneficio. Si crees en Dios y resulta que existe, tu beneficio es la vida eterna, así que más infinito de beneficio. Haciendo las cuentas resulta que merece la pena creer en Dios.
Otra perla de Pascal es una frase que yo atribuía a alguien muy posterior y mucho más descreído:
Nunca los hombres hacen el mal de manera tan completa y entusiasta como cuando lo hacen por motivos religiosos
Otro clásico:
El corazón tiene razones que la razón no entiende
Pascal nos lleva también por vericuetos que hoy serían libros de autoayuda, cuando nos dice que la felicidad no está en conseguir lo que buscamos, sino en disfrutar del viaje mientras lo conseguimos (lo hace con el ejemplo de lo divertido que es un día entero de caza persiguiendo una liebre que luego no querríamos ni ver si nos la ofrecieran estando en casa).
Pascal no acabó sus Pensées, y están casi casi como quedaron en su cuaderno cuando murió, desordenados, contradictorios, atormentados, obstinados. Una obra menor como esta es la que más ha trascendido de toda su producción, y aun así, creo que es la que nos pinta un retrato más fiel del alma de este matemático, filósofo y creyente atormentado.