Una tras otra fluyen las aventuras de Huck como las aguas del Mississippi, río "terriblemente grandioso", verdadera patria del muchacho-niño y del autor. Y es inevitable dejarse llevar por la maestría con que Mark Twain nos conduce de turbulencia en turbulencia, de remanso en remanso. Como Huck y Jim sobre la balsa, en persistente búsqueda de la libertad. Libro para chicos y para grandes, atrapa, divierte, espabila, alivia. La traducción de Graciela Montes preserva la frescura del original.
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