remo
Written on Oct 8, 2020
En estos momentos las dos grandes teorías que resumen nuestro conocimiento del mundo físico a escala fundamental son la Relatividad General (RG), para las largas distancias y las grandes masas, y la mecánica cuántica (MC), el llamado modelo estándar de las otras tres fuerzas que conocemos (nuclear fuerte, nuclear débil, electromagnetismo), para lo microscópico. Pero sabemos a ciencia cierta, nunca mejor dicho, que ambas no pueden ser verdad a la vez. Ambas funcionan en su ámbito de aplicación (la RG ha sido una vez más refrendada con la observación de agujeros negros y la detección de ondas gravitacionales, la MC tiene el récord de predicción más precisa con la medición de un parámetro del electrón, confirmada por un experimento notablemente preciso hasta el decimal 11).
¿Hay algún sitio donde ambas teorías sean necesarias a la vez? Lo hay. Los agujeros negros, eventos donde simultáneamente hay una masa enorme (la suficiente como para hacer colapsar toda la materia de una antigua estrella) y al mismo tiempo se comprime hasta llegar, teóricamente, a ocupar un volumen cero según la RG (cosa que sabemos imposible,pero no podemos verificar, pues ir hasta un agujero negro queda fuera de nuestras posibilidades por ahora)
Pues bien. Para unificar estas dos grandes ramas (o tal vez troncos) de la física, para encontrar una teoría que funcione bien tanto en el dominio de lo muy pesado como en el de lo muy pequeño, hay dos enfoques principales.
Por un lado, los físicos de altas energías apuestan por las supercuerdas. Por otro, los especialistas en RG apuestan por la QLG. Esta última es el dominio de Rovelli, que nos da detalles fascinantes sobre la teoría. Muy contraintuitivos, pero bellos. El punto fundamental es que el espacio y el tiempo no son entes absolutos en los que suceden las cosas, sino que son las cosas. Los granos de espacio y tiempo interactúan entre ellos. Y al igual que cuando miramos un solo átomo resulta imposible definir el concepto de temperatura, que se define como la velocidad media de una gran conjunto de átomos o moléculas, deberíamos ver el tiempo como algo que emerge al juntar muchos granos de espacio interactuando entre ellos.
He quedado fascinado por la belleza de esta hipótesis. Quiero leer más sobre QLG.
En el libro, el autor imbrica la QLG en la historia de su carrera investigadora, y nos habla de los descubrimientos que se han ido haciendo a la vez que nos cuenta su vida científica. Este libro, a pesar de que en los dos últimos capítulos lo emborrona con filosofía de la ciencia y política, ha entrado como uno de mis favoritos de todos los tiempos. Una auténtica maravilla. Seis estrellas.