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Una nueva novela de Bevilacqua y Chamorro, el sargento y la cabo de la Guardia Civil. Y, abreviando, una nueva obra maestra del género. Por lo general las novelas policiacas no me enganchan demasiado, pero tengo mis fetiches. Lorenzo Silva [LS] es uno de ellos. Me encanta la versión que da del Guardia Civil perreado, resabiado y, en ocasiones, cansado de vivir, pero que día a día, momento a momento, se las apaña para salir adelante. Y brillantemente, cumpliendo con su trabajo porque así se lo dicta su código personal, lo único que en realidad tiene. Rubén Bevilacqua es un antihéroe a la vieja usanza, parecido a los antihéroes de Reverte (empezando por el Corso del club Dumas, siguendo por el marino de la carta esférica…). Y es uno de mis favoritos. Bevilacqua, alias Vila porque nadie acierta a decir bien su nombre, no sería tan bueno sin Chamorro, la cabo Virginia Chamorro, que en las primeras novelas era una pardilla recién llegada y que a medida que avanza el tiempo se va avezando, haciéndose más escéptica e incisiva en sus comentarios, pareciéndose a su jefe, sin que por ello pierda nada de su encanto. Además, le quedan tres asignaturas para acabar Matemáticas, lo cual le da puntos extra al personaje.
En esta novela, nuestros protagonistas se enfrentan al asesinato de una estrella de la TV3, Neus Barutell. Como no podía ser de otra manera en los tiempos que corren, una parte importante de la investigación tiene que ver con la informática. El único fallito técnico que he podido descubrir llega cuando están hablando con alguien por el messenger y dicen que necesitan una orden judicial para sacarle la dirección IP a la persona con la que hablan, cuando es perfectamente posible obtenerla sin más, viendo los puertos abiertos del ordenador que están usando (Actualización: véase este comentario). Lo demás es perfectamente creíble y está bien contado. La novela se ambienta principalmente en Barcelona, aunque la ciudad en sí no sea protagonista de la historia.
A LS le ha caído encima, a mi parecer, un caso de manual del síndrome de Conan Doyle. LS escribe sobre más cosas, y su incursión en la novela policiaca fue al principio eso, una incursión. Pero le salió tan bien, están tan estupendas sus novelas, que ahora es prisionero de sus personajes. No hace mucho que ha publicado un libro de viajes, En tierra extraña, en tierra propia, pero sus lectores le piden más Chamorro y Bevilacqua. En verano tuvo que sacar una colección de relatos cortos sobre la pareja de picoletos, presionado por sus lectores. Y en los agradecimientos de esta última novela el autor lo dice claramente para quien sepa leer entre líneas:
Por último, mi gratitud para los muchos lectores de Bevilacqua y Chamorro, que con su insistencia y cariño fueron decisivos para que llegara a acometer esta cuarta novela de la pareja[...]
Con menos sutileza todavía lo expresa en su página personal (que, por cierto, está estupenda):
Si has entrado en esta página, lo más probable es que la culpa la tengan Bevilacqua y Chamorro, los dos guardias civiles que protagonizan los libros que ves arriba. Por lo menos, soy bien consciente y ya me he resignado a ello, sus historias han sido con mucho las más populares y difundidas de las que he escrito.[...]
Sólo espero que LS no se canse de sus personajes y los despeñe por una catarata, como hizo Doyle con Sherlock Holmes en El problema final. Porque queremos más. No estaremos satisfechos. LS ha creado un monstruo insaciable (sus lectores) y ahora debe alimentarlo regularmente. Ojalá. Mi nota: Imprescindible